Explicando las enfermedades autoinmunes: ¿Qué es la hepatitis autoinmune?

Una guía sencilla para comprender la hepatitis autoinmune; incluyendo sus síntomas, tratamiento y pronóstico

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Dan

Las enfermedades autoinmunes son condiciones complicadas. En esta serie, analizamos las enfermedades autoinmunes más comunmente buscadas en la red: hepatitits, encefalitis y enfermedad tiroidea autoinmunes. Explicaremos los puntos clave para comprender cada una de ellas en un lenguage sencillo y comprensible. Este artículo lo dedicamos a la hepatitis autinmune.


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¿Qué es una Enfermedad Autoinmune?

El sistema inmunológico es la defensa de tu cuerpo ante virus e infecciones. Cuando estos “invasores” llamados patógenos son detectados, varias respuestas inmunológicas entran en acción para identificarlos y destruirlos. El objetivo final, es, por supuesto, mantenerte sano.

Una de las armas con las que el sistema inmunológico lucha contra estos patógenos son los anticuerpos. Cuando una persona sufre de una enfermedad autoinmune, además de los anticuerpos, él o ella produce autoanticuerpos. En lugar de combatir patógenos, éstos atacan a tu cuerpo directamente. El tejido específico y la forma en que lo dañan son distintos en cada enfermedad autoinmune.

En el caso de la artritis reumatoide, por ejemplo, el sistema inmunológico ataca a las articulaciones, causando dolor e inflamación.

Los motivos por los cuales el sistema inmunológico ataca al cuerpo aún no son del todo comprendidos por la comunidad científicas. Aparentemente, existe un factor genético, de tal manera que las personas cuyo historial familiar refleja enfermedades autoimunes tienen mayores posibilidades de sufrirlas ellos mismos.

En 2014, por ejemplo, un grupo de investigadores encontró una conexión entre la mutación de un gen llamado ADAR1 y ciertas enfermedades autoinmunes como el lupus y la enfermedad de la neurona motora. Sin embargo, no es posible determinar con absoluta certeza si una persona con predisposición genética desarrollará la enfermedad o no.

Por otro lado, se cree que las infecciones juegan un papel importante en el surgimiento y desarrollo de las enfermedades autoinmunes. Quizá, el ejemplo más adecuado de estos casos, es el de la esclerosis múltiple (EM). Esta es una enfermedad en la que el sistema inmunológico ataca la substancia lipídica (mielina) que recubre las fibras del sistema nervioso central (SNC).

Algunos virus, como el herpes humano 6 (HHV6) y el virus Epstein-Barr (EBV) han sido previamente relacionados con la EM. Sin embargo, la mayoría de las personas se encuentra expuesta al EBV en algún punto de su vida sin presentar síntomas.

Aún así, el EBV también se relaciona con otra enfermedad llamada mononucleosis infecciosa (en algunos países de habla española se le conoce como “la enfermedad del beso”). Esto resulta relevante porque los individuos que sufren de mononucleosis infeccionsa parecen correr un mayor riesgo de desarrollar EM.

En cualquier caso, la correlación entre ciertas infecciones y el padecimiento de enfermedades autoinmunes no cuenta con pruebas suficientes en la comunidad científica para ser considerada una regla. Por ahora, la mayoría de los tratamientos disponibles para estas condiciones están diseñados para controlas las respuestas del sistema y reducir la inflamación asociada a ellas.

¿Qué es la Hepatitis Autoinmune?

La palabra hepatitis se conforma del griego hēpar – que significa hígado – y del sufijo itis, que se le da a todas las enfermedades que se caracterizan por un cuadro inflamatorio. La hepatitis se presenta en distintas formas que varían en severidad y cuadro clínico. Sin embargo, la característica que las une a todas es la inflamación del hígado


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Las formas más conocidas de hepatitis – A, B y C – son infecciones virales. Pero las hepatitis D y E también lo son. Las condiciones de diseminación del virus varían ampliamente entre cada una de las formas. Así, la infección puede ocurrir por contacto sexual sin protección, el uso de agujas compartidas para la administración de drogas ilegales o bien comida o bebida infectadas. Esta última posibilidad es particular de la hepatitis A.

Las formas virales de la hepatitis pueden ser agudas (con duración menor a seis meses) o crónicas (con duración mayor a seis meses). La hepatitis autoinmune, igual que el resto de las enfermedades en esta categoría, es una condición de por vida.

Actualmente, no existe un gran número de estudios estadísticos que puedan darnos una idea confiable de la prevalencia de la hepatitis autoinmune. Pero sí es posible afirmar que se trata de una enfermedad rara. Se estima que la prevalencia en Europa del Norte es de 18 casos por cada 100,000 personas; con 1.1 nuevos casos cada año.

Es posible que la estadística en Estados Unidos sea similar. Sin embargo, es curioso notar que la prevalencia de la hepatitis autoinmune en nativos Americanos de Alaska es significativamente mayor. A este respecto, hay estudios que afirman que en el caso de nativos Americanos de Alaska, la prevalencia de la hepatitis autoinmune es de 58 por cada 100,000 personas.

Las causas exactas de la hepatitis autoinmune aún no son del todo comprendidas por la comunidad médica. No obstante, como ha sido mencionado en posts anteriores, es posible que exista una especie de predisposición genética que conlleva al desarrollo de la enfermedad. Existe un gran número de genes que han sido exitosamente ligados a la hepatitis autonmune. Mientras tanto, el virus Epstein-Barr, las formas virales de la hepatitis y la rubeola han sido identificados como posibles catalizadores.

Por otro lado, al rededor de un 80% de los pacientes con enfermedades autoinmunes son mujeres, figura que continúa cierta para la hepatitis autoinmune. Ésta puede presentarse a cualquier edad, aunque la variante más rara – llamada tipo 2 – es considerada de inicio infantil.

Algunos investigadores consideran que la hepatitis autoinmune puede dividirse en dos tipos. Otros, aseguran que se trata de tres tipos. Un tercer grupo, sugiere que dichas clasificaciones son innecesarias y aportan poco beneficio práctico.

En un aspecto fundamental, la hepatitis autoinmune parece ser distinta al resto de las enfermedades autoinmunes: la inmunosupresión temprana puede desembocar en la remisión total de la enfermedad. De hecho, si este tratamiento se lleva a cabo en los primeros años de padecer hepatitis autoinmune, el porcentaje de éxito asciende a un 80% de los casos. Así pues, una vez que el paciente se encuentra en fase de remisión, éste puede decidir si continúa o no con el medicamento. Pero cuatro de cada cinco casos terminan requiriendo tratamiento de por vida.

Si al padecer hepatitis autoinmune el paciente no recibe tratamiento, las consecuencias pueden ser tan graves como del dessaollo de cirrosis. En estos casos, la cicatrización anormal del hígado evoluciona en un fallo hepático general. Para ese punto, un transplante es la única opción para el paciente. La hepatitis autoinmune es la causa detrás del 6% de transplantes en Estados Unidos.

En general, el pronóstico es realmente bueno cuando se trata de aquellos que responden al tratamiento. Incluso si un transplante llegase a requerirse, el resultado suele ser positivo. Aunque la hepatitis autoinmune es una condición seria, si se incia un tratamiento temprano y éste se sigue al pie de la letra, la vida del paciente puede ser saludable y placentera.


Algunos datos sobre la hepatitis autoinmune:

Síntomas de la hepatitis autoinmune:

  • Fatiga
  • Dolor o incomodidad abdominal
  • Anorexia
  • Picazón en la piel e irritabilidad
  • Dolor de articulaciones
  • Dolor muscular
  • Diarrea
  • Inflamación abdominal

De acuerdo al portal médico Medscape, un examen físico realizado a un paciente con hepatitis autoinmune posiblemente revelaría:

  • Hepatomegalia (agrandamiento del hígado) en un 83% de los casos.
  • Ictericia (coloración amarillenta en la piel) en un 69% de los casos.
  • Angioma de araña (agrandamiento de los vasos sanguíneos de la piel) en un 58% de los casos.
  • Esplenomegalia (agrandamiento del bazo) en un 32% de los casos.
  • Ascitis (acumulación de fluidos en la cavidad abdominal) en un 20% de los casos.
  • Encefalopatía (algún tipo de daño cerebral) en un 14% de los casos.

Tratamiento para la hepatitits autoinmune

La primera línea de tratamiento para la hepatitis autoinmune es generalmente la terapia inmunosupresiva. Normalmente ésta es una combinación de prednisona y azatioprina o bien budesonida y aziatriopina. Alternativamente, una dosis más alta de prednisona puede utilizarse sin ser combinada con otra droga, aunque esta opción no es común. Cualquier otro tipo tipo de droga se utiliza sólo en caso de que el paciente sea intolerante a cualquiera de las anteriores.

En casos donde la hepatitis autoinmune es detectada en una etapa tardía, el paciente puede ya sufrir de cirrosis o falla hepática. En este punto, el tratamiento único es el transplante de hígado.


Pronóstico de la hepatitis autoinmune

De acuerdo al portal médico, Medscape, “la expectativa de supervicencia a 10 años para los pacientes en tratamiento es de 89% si ya presentan cirrosis. En caso de que no existan indicios de cirrosis, el porcentaje aumenta a un 90%. Si el paciente se encuentra en remisión, sus expectativas de calidad y cantidad de vida corresponden a las de un paciente sano”.


Como podemos ver, el pronóstico de vida para los pacientes que sufren de hepatitis autoinmune suele ser positivo. Aún así, para que este pronóstico se lleve a cabo, es necesaria una detección temprana de la condición.

Dado que los síntomas son similares a los de otros tipos de hepatitis (virales), es posible que se requieran exámenes sanguíneos y una biopsia hepática para diagnosticar la hepatitis autoinmune. Los exámenes sanguíneos se utilizan para medir los niveles de enzimas hepáticas como la alanina transaminasa (ALT) y la aspartato transaminasa (AST).

Si no hay alguna otra explicación para ello, los niveles altos de cualquiera de estas enzimas pueden indicar que el paciente sufre de hepatitis autoinmune. Además, los exámenes sanguíneos también sirven para detectar la presencia de autoanticuerpos y anticuerpos antinucleares correspondientes a este tipo de enfermedad autoinmune.

Por otro lado, una biopsia es el procedimiento adecuado si se desea confirmar un diagnóstico, descartar otras causas y determinar el nivel de daño hepático. Durante la biopsia, una pequeña sección del hígado será removida del cuerpo del paciente para su análisis.

En combinación, estos exámenes de laboratorio determinan si el paciente sufre o no de hepatitis autoinmune.

Enfermedades Autoinmunes Relacionadas

Mientras que un diagnóstico preciso es la clave para determinar el tratamiento adecuado, el 30% de los pacientes con hepatitis autoinmune también padecen alguna otra condición autoinmune adyacente, como la enfermedad tiroidea autoinmune. La comorbidad de enfermedades autoinmunes se encuentra presente en uno de cada cuatro pacientes.


El motivo por el cual el sistema inmunológico llega a atacar células sanas no es claro. Las enfermedades autoinmunes son aún un misterio para la comunidad científica. Uno de los retos más grandes es la pronta y temprana detección de dichas enfermedades para así poder reducir el riesgo de complicaciones subsequentes.

La buena noticia es que los tratamientos existentes para la hepatitis autoinmune son realmente efectivos: la remisión puede ser alcanzada y el paciente puede vivir una vida larga y saludable.


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